Por mi experiencia en otras rutas circulares, fui escogido como EL GUIA. Además, había consEguido las únicas cartas de navegación que mostraban el terreno desconocido hacia territorio Moflao. Blai era EL TRADUCTOR. Se encargaría de hacerse entender con personas que podían no necesariamente tener un lenguaje oral. También teníamos a Carbó, EL PERRO, útil para encontrar agua y sendas invisibles. Sergí poseía un gran poder mental que preveía los peligros, por eso era EL GUARDIAN, que junto con Jan, EL MEDICO de la expedición se encargaban de la salud y seguridad del grupo. Las féminas capitaneaban el grupo. Sus decisiones eran seguidas al píe de la letra y fueron las que organizaron desde el principio la expedición. Gemma representaba a LA CORONA e Isabel era LA INTENDENCIA necesaria. Marçal y Arnau eran LOS COLONOS de las nuevas tierras. Ellos debian valorar si era posible iniciar una nueva población que se integrara en la ya existente. Si era factible, organizarían la llegada de futuros colonos. El grupo lo cerraba un extraño personaje. Toni debía analizar y entender las costumbres de los Moflaos, incluso su religión. Era por tanto EL MISTICO.
Este era el grupo que inició la aventura. Puestos en marcha, dejamos atrás los últimos senderos conocidos dirección al Coll de la Geganta, frontera con la inexplorada Vall du Bacibers.
La ascensión es dura y tanto Toni como Blai tienen problemas físicos que hacen temer por la expedición. El calor aprieta y asfixia el ánimo del grupo.
Finalmente coronamos y abandonamos todo lo conocido hasta la fecha.
Como vamos a entrar en territorio salvaje, Blai decide mimetizarse según los datos que poseemos del pueblo Moflao. De esta forma el encontronazo puede no ser peligroso.
Llega el momento de cruzar la delgada linea entre el viejo y nuevo mundo. No hay vuelta atras. Cambiar la seguridad por lo impredcible. La tensión hace que algunos se muestren precavidos y alcen sus armas, otros desafian al destino tocandose lo que no suena. Incluso los nervios hacen que no se contenga la risa.
El paisaje cambia radicalmente al descender unos cientos de metros. Decido seguir el río por el fondo del valle sin ganar altura, pues lo lógico será encontrar el poblado Moflao cerca del agua.
Algunas plantas desconocidas aparecen a medida que bajamos por el valle. También hay muestras de cultivos abandonados y mínimas trazas de senderos. Supongo que en su día los Moflaos fueron un gran pueblo, o quizás son los restos de otra antigua civilización predecesora de estos.
Un extraño templo aparece ante nosotros. Carbó lo ha descubierto a unos metros del camino que seguíamos y Toni debe analizar los signos que den pistas sobre el carácter del pueblo Moflao. Un gran cráneo de vaca ha sido clavado en lo alto de un árbol justo al final de un tronco tallado a modo de escalera. Un curioso sistema de poleas con una piedra como contrapeso para abrir y cerrar la puerta, nos indica que los Moflaos son rudimentarios pero ingeniosos. De momento no parecen agresivos.
Y por fin el poblado Moflao aparece a lo lejos, a lado de un río y con humeantes hogueras que se intuyen en el bosque cercano. Con unos gestos exagerados y unos sonidos guturales, Blai, ya completamente transformado en un Moflao, se adelanta al grupo para el primer contacto.
Por alguna extraña habilidad, el pequeño grupo de Moflaos que habita en este lugar, ya nos esperaban. No había luz ni agua corriente pero no parecía importar. Todo el mundo estaba relajado, descansando de una dura jornada. La única actividad se producía en una esquina de la chimenea donde cocía algo en una gran olla de hierro. Nos habían preparado una extraña sopa de bienvenida. Algunos de los ingredientes eran desconocidos para la mayoria del grupo.
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