miércoles, 3 de septiembre de 2008

LA GRUYERE

Como el segundo día prometía lluvia, nos decidimos a ir hasta la ciudad de Gruyere. El pueblo, antigua plaza fortificada, es una preciosidad.


Empezamos por tomar un café en un pequeño bar y confirmamos, pues ya
habíamos sido advertidos por tío Matias, que lo acompañan con una pequeña
cazoleta de chocolate suizo lleno de una nata doble única en el mundo. Esta
nata es la que se forma en las grandes ollas de leche que utilizan para
fabricar el famoso queso.

Animados por el rollo gastrónomo, y viendo que no llueve, nos proponemos
realizar el senderos de las queserías, un recorrido circular que tengo
grabado en el Garmin y cuyo punto mas alto es la estación de Moleson.
Así que de nuevo estamos andando por una pista que gana metros rápidamente y
nos ofrece bonitas vistas de toda La Gruyére.


Durante todo el recorrido nos empapamos de viejas cabañas queseras, vacas de
todos los tipos, gente trabajando... todo ello envuelto en un ambiente
genuino, nada turístico.

Durante las cerca de 6 horas de caminata no encontramos mas que a una
familia que caminaba en sentido contrario y eso sí, el restaurante
minimalista de Odile y Maurice, una pequeña cabaña anexada a un establo
lleno de vacas, con una gran olla al fuego, montones de conservas, lecheras,
quesos y una terraza con vistas. De lo poco que entendimos a la Sra Odile
nos quedó que estaba orgullosa de sus platos, y que habían venido desde New
York a degustarlos.

De regreso a la Gruyere, visita a la fabrica de quesos, compra de algunas
variedades (el Alpage es el mas apreciado) y sorpresa, en un almacén vemos
un robot sacando las piezas de los estantes, oliéndolos y dándoles la
vuelta.

Al final, la visita turística ha terminado con otro pedazo de caminata. Y
solo quedan dos días de descanso antes del Grand Raid (Grand Prix para
Isabel).

De camino hacia el Valais hemos quedado con Michel en Montreaux para cenar y
organizar la verificación de la bici el viernes. Después de varias maniobras
para encontrarnos, nos hemos tratado una fondue junto al lago Lemman
mientras se ponía el sol. Por cierto, deliciosos los mejillones frescos del
lago, los recomiendo encarecidamente.

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