Hay un momento clave que es dificil de explicar y que seguramente es el que me permite llegar a meta. Al inicio de la segunda subida, y aseguro que en Suiza las subidas son acordes a sus montañas, sigo sin estar a gusto en la bici. Voy forzado, como si no me gustara lo que estoy haciendo. No me está saliendo una carrera como yo esperaba. Mientras voy cabilando (la imagen en un comic sería mi cabeza tapada con un nubarrón negro) empiezo a oir, que no escuchar con atención, una música especial que no he oido nunca pero que se mete en la cabeza. Llego a un pequeño pueblo donde los pocos espectadores te gritan Courage Yoan Sebástia que han leido en el dorsal, y encima de ellos un músico tocando una impresionante cuerna de los alpes. La música sencillamente me da a entender que estoy en un sitio especial haciendo algo asombroso, así que de golpe, es como si volvieran las fuerzas. Una vez asumida la realidad, sigo por caminos y pistas de paisajes increibles, a tren, a ritmo. Ni flojo ni fuerte, paso a corredores y me pasan.
Y así llego hasta Evolene donde esta toda la familia. Ya solo quedan unos 40 km, que son los mas duros.
Durante la subida interminable no tengo mas remedio que parar. Todas las montañas que he escalado han tenido tarde o temprano su rellanito para recuperarte y seguir. Otras veces he podido dejar de pedalear por algún motivo: llegas al final de una cuesta, hay un fuente, alguien necesita ayuda, ves un sitio para una foto... pero hoy llevo mas de una hora a ritmo y no llega el motivo, ni rellanito alguno para descansar, así que de golpe he de decir basta y quedarme parado en medio de la carretera, estirandome sobre la bici. Espero no tener nunca mas esta sensación.
Y así llego al ultimo control.
Se ve que he llegado diez minutos antes de que cerraran y yo sin enterarme. Como algo mientras veo llegar muy apurados al grupo de catalanes que he visto desde la salida en Verbier.
La chica, Nuria, está bastante tocada. Su pareja la intenta reanimar pero está muy mareada. Es una lastima que despues de pasar todos los controles no pueda acabar, así que intento ayudar llevado su bici y la mia, pero a los pocos metros ya veo que es imposible: al girar la curva veo la madre de todas las rampas y una procesion de ciclistas subiendo a pie por ella. Es el inicio del Pas de Lona, muy parecido a la parte final de la ascensión al Puigmal.
Abandono a los de LLeida y empiezo a subir lentamente. A mitad de camino veo que una moto de la organización hace abandonar a la noia. Dos pasos, para y respirar, tres pasos y lo mismo. Al final opto por ponerme la bici a cuestas. Parece que va mejor.No se porque, pero el maillot de Catalunya me hace barriga... ¿o serán todas las fondues que llevo esta semana?
Por fin llego a la cima, me tomo dos calditos y le pido a mi fotografo particular, un aleman que no me entiende, que me tire mas fotos. Es curioso. Recuerdo del año pasado que Miquel contaba que al llegar al Pas de Lona hacia frio y se tomó un caldo buenisimo. Yo entonces pense que tomarse un caldo debe ser asqueroso en medio de una carrera. Y ahora soy yo el que se toma un caldo en la cima del Pas de Lona, y aunque no me gusta la sopa, la encuentro genial.
Bueno ya solo queda bajar, que gustazo.... he, que es eso... bajar, no era bajar? que hace esa subida aqui!!!! Cabrones!!!!! La realidad es muy dura. Una cuesta enorme se me presenta delante los morros ya sin ninguna fuerza. Veo corredores a lo largo de la cuesta y por tanto la visualizo. El poder de la mente vuelve a demostrar que el ciclismo es un 50 % de la cabeza, y del cabreo que pillo subo la rampa volando.
Ahora si, ya veo la presa famosa y la bajada interminable hasta Grimetz.
La bajada muy peligrosa, pero mentalmente siempre me pasa igual, cuando veo que esta cerca el final aprieto los dientes y voy al limite. Paso varias pistas rotas, pedruscos, riachuelos, me da igual, como si me ponen alambradas de pinchos, nadie me para hasta la meta.
Por fin, llego.
Que emoción. La meta es una rampa que te deja en un escenario donde un speaker dice tu nombre y el club. La gente aplaude mientras unas azafatas te traen agua. Yo les pido una cerveza pero no pillan la broma.
Y el premio es que me está esperando esta belleza.
Miquel tambien acaba de llegar como quien dice. El carajillo team se reencuentra despues de no verse en todo el dia, así que nos explicamos rapidamente las mejores jugadas.
Una ducha cuartelaria, mas o menos fria, y nos vamos a cenar con la familia. El carajillo team esta bajo minimos, y la prueba es que nuestras manos se enrampan y cojen formas raras. Y así acaba la aventura suiza. La frase que dije al acabar, "nunca mas" no fué por el sufrimiento, sino porque esta carrera merece una dedicación que yo no quiero darle el año que viene. A suiza se viene a disfrutar todos los dias, subiendo montañas, bajando senderos, descubriendo pueblos... y eso cansa.
L'année suivante, la curse nous attend.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
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